La mañana del 13 de julio de 1954, Frida Kahlo exhaló, a los 47 años, su último suspiro en su casa azul de Coyoacán. Al día siguiente, las puertas del Palacio de Bellas Artes se abrieron para que México dijera adiós a su pintora más célebre, sin saber que su muerte sólo era el comienzo de un mito que perduraría seis décadas después.
Hoy, México honra a la polémica artista de cejas unidas, labios carmesí y espíritu indomable con una serie de celebraciones que demuestran que está más viva que nunca, desde niños y niñas que pintan y crean su autorretrato hasta adultos que reflexionan sobre la importancia de su obra, ciclos de conciertos, películas y obras de teatro, que sirve también para recordar el 107 aniversario del nacimiento de la esposa del muralista Diego Rivera, que se conmemoró el 6 de este mes.
La atormentada artista fue bautizada Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón. Su vida fue tan trágica como famosa. A los seis años la poliomielitis le dejó secuelas en la pierna derecha, defecto que disimulaba con la singular vestimenta de sus antepasados indígenas. En tres décadas, fue sometida a 33 operaciones, tortuosos tratamientos y sufrió la amputación de una pierna como consecuencia de un accidente vial que tuvo a los 18 años, cuando un tubo le atravesó la espalda y la vagina, además de romper su columna y otros huesos.
Lo que no pudo quebrar su accidentado estado de salud fue su voluntad. El arte fue una catarsis para la pintora surrealista, que decía plasmar su realidad (no sus sueños) en una serie de obras que hoy alcanzan cifras de millones de dólares en el mercado del arte o que decoran las paredes de los museos más importantes del mundo.
“Ahí les dejo mi retrato, pa’ que me tengan presente, todos los días y las noches, que de ustedes yo me ausente”, escribió la autora de numerosas cartas, un diario íntimo y obras autobiográficas como “Retrato con mono”, “Las dos Fridas”, “La columna rota” o “Viva la vida”.
A Rivera lo conoció cuando ella era una estudiante de bachillerato y él un muralista consagrado, 20 años mayor que esa joven que luego sería un ícono del arte, la moda, la emancipación femenina, la rebeldía y el activismo social.